Pausa.

¿Se imaginan poder poner en pausa tu vida al menos 5 minuto?, piénsalo, serían 5 minuto, ¿cómo sería? ¿Qué harías? ¿A dónde irías? Imaginemos que vamos en un coche a 200k/h, pero ese coche es nuestra vida, y esos 200k/h es la manera en cómo lo hemos vivimos diariamente, imagina que un día con un bello atardecer en el horizonte tu vida se ponga en pausa y te preguntes “¿Qué estoy haciendo aquí?” “¿Quién soy?” “¿Qué hago aquí?” ¿Por qué yo?” ¿Por qué vivo así?” y que en la infinidad de ese silencio y ese hermoso atardecer no tengas otra alternativa que dejarte llevar por el momento, entrar en paz contigo y escucharte, escuchar a tu alma que no has dejado salir en mucho tiempo, quizás desde que eras un niño/a.

El mundo está en pausa pero tú no, tú aún sigues conduciendo y ves cómo se va poniendo el sol más y más hasta dejar ver la hermosa oscuridad de la noche y sigas preguntándote lo mismo y buscando mil respuestas que ningunas te satisfacen y piensas que así andamos nosotros diariamente por la vida haciéndonos preguntas y buscando respuestas que no nos gustan o que no concuerdan y en ese pensamiento que pasa por tu mente se viene a ti otra pregunta: “¿Por qué somos así?”
            
       ¿Por qué el ser humano es tan testaduro y masoquista a la vez? ¿Por qué seguimos buscando respuestas a preguntas que simplemente no la tienen? ¿Por qué no nos quedamos conformes con saber que no hay respuestas para ciertas preguntas? Ya es de noche y te pierdes en la infinita belleza, en ese brillo tan poderoso y bello que pueden tener en conjunto la luna y las estrellas; y allí estas perdido pero centrado, pensando en todo y en nada, recordando e imaginando como era tu vida y cómo quieres que sea ahora. Recuerdas cuando ibas al centro de la ciudad y observabas las calles con montón de personas a tu alrededor con sus propias vidas, con sus propios problemas y con sus propios pensamientos, recuerdas los edificios, las casas viejas, los ansíanos que veías en la calle y sonríes, sonríes porque te das cuenta de la belleza de la vida, la belleza que tú te estás perdiendo por mirar en la dirección equivocada, por conducir 200k/h a la nada y a un todo, por vivir esclavizado/a a una rutina, un trabajo, una carrera universitaria, por vivir esclavizados a una sociedad tóxica.
            
        Piensas en eso, tu rutina diaria, tus amistades, todo el entorno donde manejas y piensas en que así como estas tú también hay mucha más gente del montón que viven en una rutina que ya los tiene aburrido de la vida, ya les vació el alma, las esperanzas, las ilusiones y las ganas de vivir ya no están, te das cuenta que toda tu vida ha sido un sistema y ahora no sabes cómo salir de él, no sabes cómo ser el virus que lo estropee para así ser libre. Y es ahí cuando el resultado de tus pensamientos cobran vida, dices: ¡Libertad! Eso quieres, quieres liberarte de ti mismo, quieres liberarte de tu rutina y ese sistema que te han dañado el alma; te das cuenta que esos precisos 200k/h en los que está en pausa todo a tu alrededor son tu libertad, cuando sientes la brisa fría de la noche rozar tus pómulos, tu cabello, abrazándote, tranquilizándote, liberándote. Y a la vez alborotando dentro de ti todo aquello que pensabas que había muerto, reconstruyéndote de nuevo y en una milésima de segundo pensar en lo que quieres hacer de ahora en adelante, como vivir, como pensar, como ser libre. 

         Es cuando te dan ganas de gritar tan fuerte que sería sobrenatural hacerlo, gritar hasta quedar sin voz, gritar incoherencias, gritar de la emoción porque te encontraste y no te quieres dejar ir, es lo que quieres, gritar hasta que tu alma ya no pueda más, hasta que tu alma se desahogue y suelte todo lo que tenía guardado, todo lo que un día quiso decir para ser escuchada y no te atreviste a dejarla. Ahora sonríes una vez más, sonríes con amor, con serenidad, sonríes como si esa fuera tu primera sonrisa y la ultima al mismo tiempo, sonríes como si volvieras a nacer.
            
        Imagina que, tu libertad se basa en estos 200km/h de los que acabamos de hablar, que puedes vivir a diario en tu vida como si fueran los últimos kilómetros que le quedaran a tu coche, imagina que vives y gozas sólo si sabes cómo manejarla. Que esa oscuridad en la carretera de tu vida se vuelva Luz, que esa sonrisa sincera alimente tu alma, que tu canción favorita viva en constante cambio y a su vez llenes una lista de canciones favoritas, esas que llamarías "Mi playlist de interminable felicidad" y que el cielo azul despejado sea hacia donde te diriges, que aunque a veces se nuble sepas ver también la belleza en escalas grises. ¡Olvídate de las tonterías! la carretera es sólo tuya y el conductor eres tú, en ti esta si te desvías o no, en ti está conducir hacia tú felicidad y en el transcurso del viaje, vivir. 


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Este post es en colaboración con una amigo y creador de Nomadas Mentales Maximiliano Andrés @CallMeMaxii

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